VOXLOCALIS #72

ACTUALIDAD

Las actuales tendencias de calentamiento global son particularmente diferentes a las anteriores, debido a que se consideran como inducidas por las actividades humanas.

El clima del planeta ha cambiado a través de la historia. En los últimos 650.000 años han existido 7 ciclos de calentamiento y enfriamiento de la Tierra, con la última era de hielo hace unos 7.000 años que dio paso a las actuales condiciones climáticas y por lo tanto a la civilización humana. Algunas de estas alteraciones en el clima son atribuidas a pequeñas variaciones de la orbita de la tierra que ocasionan que la cantidad de energía solar que recibe nuestro planeta varíe.  

Las actuales tendencias de calentamiento global son particularmente diferentes a las anteriores, debido a que se consideran como inducidas por las actividades humanas, es decir por la emisiones de gases de efecto invernadero - GEI generadas por la quema de combustibles fósiles. Este incremento de gases en la atmósfera no tiene precedentes si consideramos los últimos 1.300 años.

Bajo esta condiciones, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático - IPCC señala que las investigaciones apuntan a que el incremento en la temperatura de la Tierra, inducido por el hombre, conlleva a eventos climáticos extremos que se están volviendo más frecuentes, impredecibles y con mayores efectos en la población, la economía y el ambiente.

A pesar de que los países de Latinoamérica no representan mayor incidencia en la generación de gases de efecto invernadero, el cambio de uso de suelo (deforestación) contribuye a la pérdida de áreas de captura y almacenamiento de carbono. Más aún, por sus condiciones económicas y sociales, son estos países son más vulnerables a los potenciales efectos del cambio en el clima.

Por otro lado, son los países desarrollados o en vías de desarrollo los mayores generadores de gases de efecto invernadero, como es el caso de China, India, Estados Unidos y países europeos. A pesar de ello, Estados Unidos nunca se ha adherido al Protocolo de Kioto ni tampoco China.

En la última cumbre de las Naciones Unidas sobre cambio climático, el Protocolo de Kioto se extendió hasta el 2020, limitando la liberación de gases de efecto invernadero de 200 países emisores, pero esto sólo cubrirá un 15% de las emisiones globales. El pacto incluyó además ofrecimientos ambiguos de financiamiento para que países “pobres” hagan frente al cambio climático; por lo que los acuerdos alcanzados son considerados insuficientes para encaminar al mundo a combatir los cambios en el clima y sus efectos que amenazan al bienestar de los países.

Hay que tomar en cuenta que los niveles de gases de efecto invernadero en la atmosfera han llegado a límites tan elevados que a pesar de lograr una reducción significativa de emisiones, algo que no se espera, el cambio climático y sus consecuencias son actuales e inminentes. Ante esta realidad, la sociedad tiene dos caminos, mitigar la emisión de gases de efecto invernadero y al mismo tiempo implementar medidas de adaptación a las nuevas condiciones del clima.

Considerando las condiciones actuales y futuras, los países en vías de desarrollo no podemos hacer nada más que adaptar nuestra planificación y crecimiento a las tendencias climáticas. Las políticas y estrategias nacionales deben asentarse en proyectos locales, y estos proyectos deben incluir condiciones de adaptabilidad al cambio climático.

Analizar cómo las ciudades pueden adaptarse de mejor manera es desafiante, debido a que las áreas urbanas evolucionan rápidamente en sus aspectos sociales y tecnológicos. Por ello, debe prestarse atención a las medidas de adaptación en las áreas urbanas, puesto que más de la mitad de la población mundial reside en éstas. Las estrategias deben planificarse en función de las características específicas de cada ciudad, su ubicación, gobernanza local y el grado de desarrollo social y económico.

Las ciudades son sistemas complejos donde interactúa la infraestructura, el ambiente, los aspectos económicos y sociales, y además tiene una dependencia de zonas externas como medios de provisión de alimento, materia prima y otros, lo que genera desafíos importantes cuando la variable de cambio climático es incluida en la ecuación. Cada uno de estos aspectos tiene sus propias reglas, comportamiento y evolución pero con una interrelación mutua, que incluye al clima y por lo tanto a sus variaciones.

Las ciudades, dependiendo de su ubicación, pueden ser afectadas por mayores temperaturas, incrementos en los niveles del mar, disminución o incremento de la frecuencia de lluvias, incremento en la intensidad de eventos climáticos extremos, que pueden ocasionar pérdidas de humanas, económicas y materiales. Lo que conlleva a pensar si los gobiernos locales están preparados para enfrentar estos nuevos retos, o si nuestros sistemas de alcantarillado fueron diseñados para los cambios en los patrones de lluvia, o si el sistema de salud está listo para combatir nuevas enfermedades y es más si los ciudadanos seremos capaces de adaptar fácilmente nuestros hábitos de vida y costumbres agrícolas a las variaciones climáticas.

Para enfrentar al cambio climático, las vulnerabilidades de cada ciudad deben evaluarse previo a la definición de alternativas de adaptación. Los riesgos naturales de movimientos en masa, sequías, inundaciones, desarrollo de enfermedades y epidemias, así como los riesgos inducidos por el hombre como infraestructura sanitaria ineficiente, construcciones en zonas de riesgo, entre otros deben ser identificados. Es de suma importancia que las estrategias de adaptación para las ciudades tengan un enfoque interdisciplinario que involucre planificadores, urbanistas, arquitectos, meteorólogos, ingenieros civiles, geógrafos, economistas y sociólogos, entre otros.

El problema de que las ciudades se adapten al cambio climático tiene además otro desafío que es el tiempo y el dinero, puesto que a medida que se analiza las variaciones del clima y sus efectos, se debe evaluar la evolución de la ciudades en aspectos de infraestructura e inversiones. Por ejemplo, las proyecciones sobre cambio climático hablan de efectos con horizontes de tiempo de hasta un siglo, mientras que las modificaciones estructurales en ciudades se producen lentamente, con edificaciones urbanas con vida vida útil mayor a 50 años. Así mismo, dependiendo de la influencia tecnológica y la historia social, el cambio en los estilos de vida también evoluciona en largas escalas de tiempo, teniendo la educación un rol fundamental en la implementación exitosa de medidas de adaptación.

La idiosincrasia puede ocasionar que las estrategias de adaptación sean más difíciles de implementar. En otras palabras, si las ciudades han de adaptarse al clima futuro proyectado, es necesario comenzar ahora mediante la modificación de la estructura de la ciudad, el diseño, los hábitos de planificación urbana, etc., siempre relacionados y coherentes con las condiciones del clima, la economía, la tecnología, la cultura, etc.. Por otra parte, las incertidumbres asociadas a los resultados deben ser cuantificados, como ya se ha hecho por las proyecciones del clima en los informes del IPCC, considerando que es menos costoso prevenir que reparar.

Bibliografía:

NASA. 2016. Global climate change. California, EU: Earth Science Communications Team at NASA's Jet Propulsion Laboratory. Recuperado de http://climate.nasa.gov/evidence/

Gupta, J. 2007. The Multi-level Governance Challenge of Climate Change. Environmental Sciences, Vol. 4, No. 3, pp. 131-137.

Satterthwaite, D. et al. 2008. Adapting to Climate Change in Urban Areas: The Possibilities and Constraints in Low- and Middle-Income Nations. IIED Human Settlements Discussion Paper Series.

United Nations. 2014. Kyoto Protocol. Washington EU: United Nations Framework Convention on Climate Change. Recuperado de http://unfccc.int/kyoto_protocol/items/2830.php

icon
Diana Fiallos.  (   Ecuador )

Master en ciencias de gestión ambiental y manejo de recursos naturales, especialista en gobierno y desarrollo local, y Gestión de seguridad, salud y medio ambiente en minería, con estudios realizados en Estados Unidos, Alemania, China y Corea. Primera directora de Gestión Ambiental del Municipio de Ambato, Ecuador.