VOXLOCALIS #77

ACTUALIDAD

 

Por David Redoli Morchón, sociólogo. Ex presidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP)

 

«El poder de la sociedad red es el poder de la comunicación… Comunicar es compartir significados mediante el intercambio de información… La comunicación se produce activando las mentes para compartir significado… Somos redes conectadas a un mundo de redes»

Manuel Castells, en Comunicación y poder

 

Teóricos tan destacados como el sociólogo Manuel Castells o los economistas Thomas Piketty, Paul Krugman o Joseph Stiglitz aseguran que la organización de la economía mundial está cambiando rápidamente. Y entre las muchas consecuencias estructurales de este cambio aparece una que es especialmente interesante: los flujos económicos, más que entre países tienen ya lugar en forma de una red global de nodos estratégicos, conectados entre sí, determinados y definidos por las ciudades. Son las "ciudades globales", tal y como las definió en 1991 la socióloga holandesa Saskia Sassen en su famoso libro "The Global City".

Lo que caracteriza a una ciudad global (es decir, a un municipio) no es solamente su número de habitantes o su ubicación geográfica sino, sobre todo, el nivel de sus empresas (pequeñas y grandes) y centros educativos, la cantidad de las conexiones con otras ciudades, la digitalización de la ciudad, la cualificación de sus ciudadanos, la seguridad de sus calles, la calidad de sus administraciones públicas e infraestructuras, etc.

Más que de “marca país” parece, entonces, más importante hablar de “marca ciudad”. Es decir, los municipios se erigen como nuevos “ejes de poder”. Sassen pone algunos ejemplos, como el eje Estambul-Ankara, que ya tiene más importancia a nivel global que la propia Turquía, o la tríada Sao Paulo-Rio de Janeiro-Brasilia, que constituye un imponente espacio de flujos financieros, económicos y políticos en América Latina. También menciona la relación entre Singapur y Hong-Kong, demostrando que puede ser tanto o más importante la conexión entre estos municipios que la relación establecida entre dos países de peso como Italia y Austria, por ejemplo.

Desde hace varios años, las "ciudades globales" por excelencia son Tokio, Londres, Nueva York, París y Hong Kong, ya que en ellas están radicadas instituciones, organizaciones, empresas y profesionales de alto nivel, que influyen de manera determinante en la economía mundial. Sin embargo, no hace falta ser una ciudad económicamente relevante para poder jugar en el terreno de las "ciudades globales".

 

Estamos en un contexto internacional mediado por un concepto, el de la "glocalización", que se caracteriza por una nueva forma de modelar la creciente red de complejas interconexiones entre sociedades, culturas, instituciones e individuos a escala mundial. Una red en la que, gracias a Internet y a los medios de comunicación, se desdibujan fronteras, tiempos y espacios, haciendo sumamente sencillo (y barato) que las estructuras de poder locales e internacionales interactúen y canalicen información rápida y fácilmente. En otras palabras: lo local es internacional, y lo internacional es también local.

El fenómeno de la "glocalización", sin ningún género de dudas, lo aprovecharán mejor aquellos políticos (aquellos líderes) que entiendan que sus municipios pueden (y deben) ser organismos para escuchar a sus convecinos y para hablar, tanto a sus residentes, como al resto de los habitantes de la aldea global.

Los municipios, más allá de su tamaño, son entidades destinadas a convertirse en centros de convergencia social, política y económica. Pero pensar demasiado en economía, en política, en cifras y en datos puede hacernos olvidar una cosa: la ciudad es, en esencia, un espacio articulado para la convivencia armónica de un conjunto (grande o pequeño) de ciudadanos, interrelacionados y comunicados entre ellos, cuyos recursos son gestionados por un ayuntamiento, por las alcaldías. En ese escenario, los ciudadanos tomamos decisiones en función de la información de la que disponemos (de ahí la importancia de la comunicación desde las instituciones públicas que gobiernan las ciudades). En consecuencia, en el ámbito municipal todo aquello que no se comunica no existe de manera ciudadanamente efectiva (ni para los de dentro ni para los de fuera).

Marta Blázquez sostiene que para que una ciudad sea incluida como una opción por sus grupos de interés “es necesario que exista en la mente de sus públicos". Pues bien, si esto es así (una visión que comparto), incrementar la visibilidad y la notoriedad de "la marca ciudad" de cualquier municipio ante sus principales grupos de interés (tanto internos como externos) debería ser una vía esencial para propiciar su desarrollo (atrayendo inversiones, negocios, turistas, etc.). Algo que, por supuesto, también le aplica a cualquier municipio de Iberoamérica.

Se trata, sencillamente, de poner en marcha una comunicación pública local, pensando globalmente en estas tres cuestiones:

 

a) Trabajar en la gestión de los proyectos estableciendo pautas y canales de comunicación con los grupos de interés provinciales, regionales, nacionales e internacionales.

b) Establecer procesos de escucha en todos los barrios y con todos los vecinos y ciudadanos, así como con otros municipios del entorno regional.

c) Planificar profesionalmente la comunicación pública municipal a medio y largo plazo, desde el punto de vista de la construcción "marca-ciudad" y poniendo especial énfasis en la calidad de las plataformas de comunicación on-line (páginas web y redes sociales, principalmente).

Los líderes municipales que adopten estas estrategias y técnicas de comunicación saldrán, sin duda alguna, reforzados en la valoración de sus ciudadanos (siempre y cuando estas herramientas vayan vinculadas a una buena y honesta gestión de los recursos económicos y humanos de la alcaldía, del ayuntamiento, del cabildo).

Hoy ser "ciudad global" implica, básicamente, "saber comunicar globalmente". Y ello implica, necesariamente, profesionalizar la comunicación en el ámbito local, gestionando bien lo que Óscar Álvarez y Pedro Requena han llamado "el reto de las cuatro P":

 

1) La proximidad: la cercanía del alcalde y de los concejales con sus vecinos, para desarrollar una estrategia de comunicación basada en el "boca a oreja".

 

2) El proyecto: tener claro "qué" queremos comunicar, explicando constantemente un proyecto de ciudad bien definido (tanto analógica como digitalmente).

 

3) El posicionamiento: mantener la coherencia y la consistencia entre lo que se dice y lo que se hace frente a los vecinos y frente a los ciudadanos que residen en otras latitudes.

 

4) Los periodistas: cuidar las relaciones con ellos, pero teniendo claro que no son ni amigos ni enemigos, sino profesionales que hacen su trabajo informativo.

 

Pero eso no es suficiente. Para tener éxito son necesarios, además, desarrollar los 10 elementos para la profesionalización de la comunicación pública municipal. Los resumo a continuación:

1. Realizar un análisis y diagnóstico de la situación de la ciudad (estudios sociológicos cuantitativos y/o cualitativos y entrevistas en profundidad con vecinos de todos los barrios para identificar con precisión los principales problemas y necesidades).

2. Elaborar un plan de comunicación externa (alcalde-ciudad).

3. Elaborar un plan de comunicación interna (para todo el equipo de funcionarios y de asesores del alcalde o alcaldesa).

4. Preparar intervenciones políticas elaboradas por asesores expertos en redacción de discursos (logógrafos).

5. Poner en marcha procesos de escucha ciudadana (off-line y on-line), realizados de manera periódica y constante.

6. Organizar el ciberactivismo (en caso de tratarse de municipios de más de 50.000 habitantes).

7. Elaborar argumentarios sobre cada tema relevante para el municipio (para fijar públicamente la posición del alcalde o alcaldesa sobre cada uno de ellos).

8. Contar con un panel de propuestas «storytelling – storydoing». Es decir, se trata de garantizar que hacemos los que prometemos hacer. 

9. Diseñar un panel de micropolítica o de microeventos.

10. Determinar un plan de lobby político municipal (nacional e internacional).

 

Se trata de 10 cuestiones que requieren de expertos en comunicación pública, de profesionales que ayuden a los líderes políticos a diseñar y a poner en marcha esas herramientas. Se trata, por lo tanto, de profesionalizar la comunicación en el ámbito local, algo que sólo puede hacerse si los alcaldes y alcaldesa de Iberoamérica entienden la importancia de la comunicación pública para hacer buena política.

No escatimemos esfuerzos para mejorar la comunicación municipal, empezando por las administraciones más próximas a todos nosotros: los entes locales. Los municipios iberoamericanos, gracias a su historia, a su patrimonio (tangible e intangible), a su gastronomía, a sus paisajes, a sus gentes y a su potencial, tienen mucho que ofrecer. Siempre y cuando sepamos mostrarlo (es decir, comunicarlo) tanto a nivel nacional como internacional, demostrando la valía de los inmensos atractivos que atesoran. 

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DAVID REDOLÍ MORCHÓN  (   España )

Sociólogo. Ex presidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP)