TERTULIA


Tejidos que hacen nacer la voz…

 

Por: Magda Angélica García von Hoegen       

Académica-Investigadora

Universidad Rafael Landívar, Guatemala.

Cantautora independiente.

 

El año 2012 marcó un cambio de ciclo en el Calendario Maya y también lo hizo en mi vida. Se abrió la oportunidad de iniciar un proceso de investigación de cuatro años que tuvo su morada en la Universidad Rafael Landívar de Guatemala.

Tengo más de 20 años de recorrer un camino en la música como cantautora independiente, buscando hacer puentes entre culturas, sentires y pensamientos diversos. En este camino, se han acercado personas en los conciertos a decir que la música ha transformado algo profundo en su interior. Eso quedó profundamente marcado también dentro mío.

La vida me llevó también por los terrenos de la academia y a interesarme por cómo generar aportes para construir espacios de convivencia plena para alcanzar la interculturalidad en un contexto tan complejo como el guatemalteco, marcado por profundas brechas de desigualdad, exclusión, discriminación y racismo.

Asistí a numerosas discusiones donde las grandes preguntas giraban en torno a cómo crear bases, plataformas que permitan un encuentro donde se respeten las múltiples diversidades y eso pueda llevar a transformaciones sociales que concreten mejores condiciones de vida y acorten los enormes abismos existentes en tejidos sociales rotos históricamente. Es así como confluyen dos búsquedas importantes: el arte y la investigación.

Ese mismo año tuve la oportunidad de iniciar mis estudios de doctorado en el programa “Historia de América Latina. Mundos Indígenas” en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Entonces, el proyecto se convirtió en un desafío más grande: mi tesis doctoral “Tejiendo la voz. Arte como plataforma de diálogo intercultural. Resistencias, continuidades y adaptaciones históricas de jóvenes en Alta Verapaz, Guatemala a inicios del siglo XXI.

Uno de los retos más importantes fue defender la postura de que se puede indagar la historia a través de fuentes alternativas que van más allá de los archivos. Bajo esta perspectiva, propuse la idea de volver a las y los sujetos y su voz como fuente primaria para indagar la memoria y cómo se construye la historia en sus cuerpos. Todo ello a partir de la experiencia creativa artística.

Consideré también importante a nivel teórico, hacer un diálogo entre conceptos centrales bajo cuestionamientos como ¿qué es el conocimiento? ¿Desde dónde se construye, solamente desde lo racional? ¿Qué aportes existen desde el pensamiento de los pueblos originarios, principalmente los mayas al respecto? ¿Hay puntos convergentes entre pensamiento maya y occidental respecto a los fundamentos teóricos que requiere mi trabajo?

Fue así que encontré un punto fundamental: el concepto del Winäq que se plantea en la cosmovisión maya. Este término, es de difícil traducción, pero apela a la integralidad, a la persona completa. También a una interrelación del ser humano con la naturaleza, no desde una posición de superioridad, sino en una interrelación horizontal con todo lo existente. Esto se convirtió en un pilar teórico, ya que si se habla de integralidad, el conocimiento no puede provenir solamente de las esferas racionales, sino también de la subjetividad, la espiritualidad, la emocionalidad, del cuerpo mismo.

En efecto, el pensamiento maya plantea que el conocimiento nace desde dentro y no de una absorción externa, a partir de una relación entre tiempo, espíritu y materia. Este es un planteamiento que cuestiona las formas en que occidente valida y legitima el saber.

Es por eso que aposté por el arte como vía para construir conocimientos sobre la historia que se construye en el presente, para indagar cómo las y los jóvenes reaccionan frente a su realidad y contexto social, sus resistencias, continuidades y adaptaciones.

Por otra parte, decidí partir de la corporeidad como código de comunicación y como fuente de construcción epistémica.

Una primera etapa del trabajo se hizo con 93 jóvenes, hombres y mujeres entre 15 y 19 años, que estudiaban magisterio en el municipio de  Tactic, ubicado en Alta Verapaz departamento que se sitúa al centro-norte de Guatemala, con población mayoritariamente indígena. 

Se llevó a cabo un proceso de creación artística de 4 meses en las áreas de danza, teatro, poesía y música con el grupo descrito, que se formaba en el instituto Akaltic, centro de confluencia de jóvenes tanto de Tactic, como de otras regiones cercanas como San Cristóbal, Santa Cruz, Chisec, Tamahú.

Lo anterior permitió tener una perspectiva que uniera chicos y chicas de distintas procedencias étnicas. De tronco común maya poqomchi’, q’eqchi’ y achi. Así como jóvenes mestizos.

Esta primera etapa permitió consolidar la metodología. La danza fue construida a partir del movimiento cotidiano. Las frases coreográficas nacieron a partir de las formas en que movimientos que pasan desapercibidos, son una fuente muy importante que habla de identidad, de esa historia viva y grabada en el cuerpo.

La música fue trabajada como praxis social en sí misma y el latido del corazón como ritmo básico que une a todos los seres humanos. Donde también se plantean desafíos de convivencia por los conflictos que son inherentes a toda relación.

El teatro se trabajó desde la práctica de la alteridad a partir del cuerpo. Cómo lograr encarnar al otro, recorrer un camino para metafóricamente entrar en su cuerpo y poderle comprender.

Finalmente, la poesía fue abordada desde las intertextualidades, como interrelación entre textos, entendidos no como lo hablado o lo escrito, sino como las mismas experiencias de vida, propias de las y los jóvenes, pero también intergeneracionales.

Tuve el gran regalo de poder llevar a cabo dos experiencias posteriores, una en San Cristóbal, Alta Verapaz y otra en Costa Rica, en tres regiones: Abrojo de Moctezuma, Rey Curré y Coto, las cuales tienen población indígena Ngöbe y Boruca. El trabajo en Costa Rica se hizo gracias al apoyo de la Universidad Nacional y el Instituto de Estudios de Población, IDESPO.

Luego de las tres experiencias vividas, puedo concluir que el arte es una herramienta importantísima, vital para restablecer tejidos sociales rotos, para fortalecer al ser humano, para generar encuentros desde las múltiples dimensiones de la persona y desde allí sembrar semillas para una convivencia más sana.

Las y los jóvenes expresaron que vencieron temores importantes, que el trabajo creativo les permitió mejorar lazos de solidaridad y generar alianzas con generaciones anteriores. Padres y madres de los grupos participantes expresaron que a través de los poemas que escribieron sus hijos, les pudieron conocer mejor, dado que no existen espacios de expresión para la población joven en los espacios familiares y menos aún a nivel comunitario.

Hubo muertes durante el proceso, ocasionadas por la violencia que las comunidades enfrentan a diario. Muchachos y muchachas que participaron en el proceso manifestaron que las canciones y las obras que presentaron, significaron una fuente muy importante de fortaleza y resiliencia, ya que se generaron mensajes que nacieron desde su propia realidad. A través de los mismos, defendían la vida y expresaban a la comunidad su deseo porque exista una verdadera paz que se manifieste en la vida cotidiana y trascienda el discurso.

Emergieron aspectos muy diferentes entre territorios situados en las cercanías, por lo que se pudo evidenciar que el proceso de creación artística permite llegar a la profundidad de los significados desde los cuales las y los jóvenes conciben su realidad, su presente y su futuro. Esto plantea desafíos para la investigación en cuanto a evitar las generalizaciones e ir tejiendo poco a poco el entendimiento de la gran diversidad de problemáticas y también de las esperanzas de quienes las viven en territorios concretos.

Estoy convencida de que el cuerpo habla de una historia que está viva, que el arte y la creatividad son un derecho humano y son herramientas urgentes, indispensables que pueden contribuir a sanar nuestras sociedades.

icon
Daisy Alvarado Ruiz  (   Nicaragua )

Licenciada en economía, UNAN Managua, Maestría en dirección y gestión pública local, Universidad Carlos III de Madrid España, postgrado en economía agrícola, UNAN Managua, maestría en desarrollo Rural eco sostenible, UPOLI, Nicaragua, Doctorando en Gestión Pública, UJAEN, Andalucía España. Con más de 20 años de experiencia laboral: Municipalistas, género y desarrollo local, proyectos e inv