VOXLOCALIS #92

ACTUALIDAD

Por: Iliane Maria Coura. Abogada. Profesora. Conferenciante. Escritora y poeta. Magíster en Dirección y Gestión Pública Local por la Universidad Carlos III de Madrid.

Resumen:

Los cambios que han sido impuestos por COVID 19 han producidos efectos muy nefastos, principalmente en el tejido social en su amplitud de entendimiento en los nuevos patrones de convivencia social. La crisis provocada por este invasor invisible ha afectado el mundo de manera global en todos sus aspectos y por consecuencia ha devastado las personas. Una nueva y necesaria orden mundial  hay que ser edificada en nuevos valores de convivencia social con énfasis en el Ser Humano y la creación de herramientas capaces de estimular el sentimiento de empatía  para edificaren sociedades contemporáneas más humanizadas y solidarias.

 

Palabras claves:

Cambios - pospandemia - tejido social - nuevos patrones - valores - convivencia social.

 

 

Tiempos muy difíciles que se han vivido en el período de un año que se cumple. Desde enero de 2020, el mundo se mueve lentamente, paso a paso, como nunca antes se había imaginado. Lo invisible sorprendió y paralizó a todos de manera abrumadora. En medio del caos y el desorden en el mundo, llegan ahora noticias alentadoras con los logros de la ciencia. 

En este escenario de poca certeza y mucha esperanza, se quedan en suspenso las agendas globales del milenio, los pactos sociales y los acuerdos multilaterales firmados. Igualmente, las metas para el siglo XXI, momentáneamente. La tan celebrada globalización lograda en el pasado se ha convertido en un mosaico que requiere reparaciones urgentes, ya que algunos puntos se han desgastado. Hace tiempo el Planeta pide ayuda y muchas comunidades permanecen consternadas, sufriendo, ignoradas. El invasor invisible puso de rodillas al mundo global en una parálisis de perplejidad ante su fuerza devastadora que se extendió por todo el planeta a la misma velocidad que las tecnologías conquistadas. Las fisuras globales y los males sociales locales han quedado expuestos como nunca antes, en algunas sociedades menos, en otras mucho más. Las diferencias y similitudes entre pueblos nunca han sido expuestas con tanta dureza. COVID 19 ha provocado un cambio.

Después de todo, ¿por qué nos volvemos tan vulnerables? La difícil respuesta parece estar justo frente a nosotros, pero todavía aún existe  un velo de vanidad humana que la cubre. La apocalipsis tan temida en el siglo pasado, de alguna manera se cumple en éste, ya que afectó directamente a personas, economías, planes, agendas positivas, negocios, invadió fronteras e inundó de miedo todos los espacios. En los últimos meses se han destinado importantes sumas de dinero a la investigación científica, que ha logrado de manera brillante e incesante una proeza de aliento a la humanidad, y lo ha hecho en un pequeño espacio de tiempo nunca antes experimentado. En este momento, los países se están organizando y muchos ya están inmunizando a sus poblaciones con la vacuna de la esperanza. 

Si, ¡¡¡vacuna de la esperanza!!! La esperanza de que todos puedan retomar su vida, no como antes, sino reanudando la vida social en un nuevo formato; con nuevos comportamientos, con nuevos planes, reactivando los negocios con nuevos estándares y con el lento y necesario apalancamiento de las economías que se han debilitado. Ante un nuevo escenario mundial, se requieren reflexiones de todo tipo, ya sean filosóficas, económicas, religiosas, médicas, científicas, técnicas, esotéricas y mucho más.

En medio de este “nuevo mundo”, ¿cómo asegurar el desarrollo sin exponer a las personas a riesgos? ¿Cómo asegurar el ritmo de la vida cotidiana cuando el mundo todavía tiene los ojos vendados? Tarea difícil que desafía la capacidad de gestión de quienes gobiernan y dirigen los rumbos de las ciudades donde vive la gente. ¿Cómo superar esta ola de incertidumbres, debilidades y promover el desarrollo sostenible? Quizás, las respuestas no lleguen tan fácilmente o al menos no se encuentren en los modelos de gestión utilizados hasta ahora. La nueva realidad que se plantea en las calles, en las casas, en los espacios públicos, en las ciudades llegó sin manual de instrucciones y requiere sensibilidad, liderazgo positivo, habilidades humanas y técnicas para afrontar lo más expuesto tras la gran crisis del COVID 19, el tejido social enfermo, cuyo núcleo es el Ser Humano. 

Acoger, sanar, motivar y orientar al Ser en un contexto de tanta complejidad es una tarea hercúlea y agotadora que requiere más que una planificación estratégica. Se trata de una misión en la que los gestores municipales deberán contar con equipos técnicos altamente cualificados y con un alto grado de compromiso con el Otro, que en este caso es su Similar. Similares que, como técnicos y funcionarios de gobierno, vivieron el mayor drama social de las últimas décadas, cuyas consecuencias en la vida de miles de personas perdurará por muchos, muchos años. La crisis se ha cobrado y sigue cobrándose millones de vidas, millones de dramas personales sufridos a diferentes niveles capaces de desestabilizar incluso a los más equilibrados emocional, física y técnicamente. 

Este nuevo estatus mundial obligará en éste año y en los próximos años, a la revisión de agendas sociales que antes eran globales. Estas deben adaptarse a las comunidades micro regionales y, en algunos casos, estrictamente locales. Esto se debe a que en ese momento no hay apoyo social para pensar en los objetivos del milenio a gran escala, cuando el Ser Humano sin importar su clase social, grandeza de economía, nivel de educación, etc., está devastado por dentro. La gestión urbana debe encontrar formas y medios de reinventarse para hacer frente a la promoción de su gente a través de la inversión en el ciudadano como Ser para impulsar una sociedad basada en nuevos niveles de convivencia social. 

Esta nueva sociedad del siglo XXI que retoma su andadura tras el gran trauma global, requiere de nuevas herramientas de gestión que contemplen el despertar de la conciencia ciudadana colectiva, cuyo comportamiento individual resuene en el Otro. La educación en todos los niveles, debe revisarse para incluir nuevos conceptos capaces de estimular el sentimiento de empatía, especialmente en las sociedades más violentas, la conciencia del deber de cada uno por el bienestar del prójimo.

La expresión bíblica “Amaos los unos a los otros como yo os amé”, suena como un deber y un derecho legítimo en este nuevo camino de la humanidad en el que el respeto por el prójimo y otros valores compartidos durante la pandemia, debe nutrirse desde el Poder público basado en la máxima de que todos son iguales en origen como seres humanos, sin importar credos, color, nacionalidades o clase social. La fórmula para la salvación del hombre en la sociedad de hoy se refleja en el espejo que los gobiernos reflejarán para su pueblo y en la implementación en sus acciones y programas de desarrollo sostenible los valores insertados en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1.789, tan actual en este momento.

Independientemente del modelo de gestión pública elegido, se deben incluir algunos verbos en el nuevo discurso social para la promoción continua de la ciudadanía colectiva desde la perspectiva individual del Ser en la construcción de sociedades libres más humanizadas. En estas nuevas sociedades que emergen de la pospandemia, los derechos de los iguales no pueden excluir a los de los  desiguales en la medida exacta de sus desigualdades, respetando las diferencias, fomentando la solidaridad, la unidad y las libertades individuales que resuenan a través de la conciencia ciudadana colectiva. 

El nuevo tiempo en el mundo  insta  a la conjugación del verbo estar en primera persona del plural en la construcción de los nuevos caminos y puentes que se deben edificar para garantizar un mejor futuro para todos en el globo.

 

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Iliane Maria Coura.  (   Brasil )

Abogada. Profesora. Conferenciante. Escritora y poeta. Magíster en Dirección y Gestión Pública Local por la Universidad Carlos III de Madrid. Experta en Derecho de Empresas, Bachiller en Derecho y licenciada en Lenguas y Literaturas Inglesas y Portuguesas por la Pontificia Universidad Católica de Paraná, donde fue profesora de Derecho.